Los niños habitualmente intentan saltarse los límites que les ponemos y lo lógico es que tengamos que ir enfrentándonos a muchas discusiones hasta que aprendan a comportarse de la manera que nosotros esperamos. Es normal que los niños quieran probar hasta dónde pueden llegar y cuál será nuestra reacción si sobrepasan el límite marcado. Es en ese momento cuando hay que mostrarsefirmes, pues si cedemos, costará mucho más retomar el respeto de las normas.
Por lo general un niño desobediente es aquel que le cuesta aceptar normas, nos está retando todo el tiempo, no obedece, es inquieto…
¿QUÉ HAREMOS CON EL NIÑO DESOBEDIENTE?
Los niños pequeños necesitan recibir recompensas y castigos por todos sus comportamientos. Es decir, menos discursos y más consecuencias. De nada sirve razonar con los niños más pequeños por qué les negamos algo o por qué les mandamos que hagan algo.
Siempre tener en cuenta que los niños aprenden a hacer, sentir y pensar aquello que ven y oyen más que lo que se les ordena que hagan. Si obligamos al niño a respetar ciertas normas, nosotros debemos dar ejemplo. Somos los modelos de identificación en los que el niño se va a fijar. No podemos castigarle por gritar o ser violento si nosotros mismos perdemos el control continuamente y damos puñetazos en la mesa cuando nos enfadamos. O decirle que no debe mentir y luego decirle “esto no se lo decimos a tu padre”.
Consejo:
Toda conducta se mantiene o desaparece según las consecuencias que se obtengan de ella. Si ignoramos al niño cuando hace algo, estaremos favoreciendo que el niño deje de comportarse de esa manera. Por el contrario, si le reforzamos por medio de nuestra atención, alabanzas, palabras de ánimo o caricias, PERO TAMBIÉN RIÑÉNDOLE, CASTIGÁNDOLE, DESESPERÁNDONOS CON SU ACTITUD, conseguiremos que el niño realice con más frecuencia dicha conducta.