Acoso Escolar

Acoso Escolar

El mayor problema que supone el acoso escolar es la dificultad para detectarlo. Los adultos que rodean a la víctima pueden no darse cuenta o minimizarlo. El acoso no es el que el niño reciba agresiones físicas. Normalmente esto, que puede o no llegar a suceder, es la culminación de un proceso de victimización muy complejo.

¿Cuáles es el proceso de un acoso típico?

Desde insultos o motes dañinos a collegas o zancadillas.

Comienza con agresiones e intimidaciones que el agredido deja sin una respuesta adecuada y que hacen que los agresores aumenten la intensidad del acoso. Puede comenzar con insultos, motes dañinos, hablar mal del niño y volver a otros compañeros en su contra sembrando rumores malintencionados sobre él. Además, las amenazas para lograr que el niño haga algo que no desea, quitarle un objeto, la misma merienda y hasta pedirle dinero son otras de las manifestaciones del acoso escolar. El objetivo es hacerle sentir miedo a las agresiones, a las burlas, a que se cuente algo negativo sobre él. También, el acoso escolar se puede manifestar con agresión física:darle collejas o ponerle la zancadilla, empujarle o robarle, esconderle o quitarle sus pertenencias.

¿Cómo distinguimos lo que no es acoso?

Los niños se pelean a veces. No es que debamos aceptar la agresividad como fórmula de relación, pero debemos entender que no todas las peleas son signos de acoso escolar. Incluso puede que se quieran hacer daño en medio de una pelea niños que habían sido amigos y que pueden llegar a serlo de nuevo. Tampoco es que el más débil o el que pierde la pelea esté siendo acosado, aunque sin duda hay que intervenir. Un insulto, una burla, una pelea aislada no son tolerables, hay que actuar, pero no son acoso.

El acoso es una situación reiterada en el tiempo, que se manifiesta en diferentes formas de maltrato, en el que la víctima es o termina en una condición de inferioridad y en la que los agresores se cebarán para mantener las acciones de hostigamiento.

¿Cómo hay que actuar si sospechamos que nuestro hijo u otro niño sufre acoso escolar?

Cuando observamos, un abuso o un acto de violencia, puede que temamos actuar por miedo a las consecuencias, a ser nosotros mismos las próximas víctimas. A los niños les pasa lo mismo.

Pero no hacer nada es convertirnos en cómplices y estaremos dando nuestra aprobación al maltrato. Del mismo modo que denunciaríamos si fuésemos testigos de un delito, denunciándolo a la policía, por ejemplo, lo mismo se debería hacer con el acoso escolar.

A modo de ejemplo puede servirnos que cuando el niño vea un comportamiento de acoso escolar debe saber que no hay que ponerse del lado de los agresores, no participando ni tampoco riéndoles la gracia. Más bien deben intentar acercarse al niño que sufre y hablar con él, para que les explique cómo se siente y pueden animarlo a pedir ayuda a sus padres o profesores directamente.

 

¿Cómo tiene que actuar el centro escolar ante un acoso?

Si la escuela reacciona positivamente el problema puede solucionarse, pero también nos podemos encontrar con una negación institucional de la violencia si no hay graves signos externos, por lo que el niño acosado vería negado su problema y sin salida posible.

Cuando nos enfrentamos a este problema hay que trabajar contra comentarios que suelen incorporar frases como «es sólo un caso aislado» o «si solamente ha sido una broma», o el más peligroso «son cosas de niños».

Tampoco es aceptable que se pidan informes con datos de daños clínicos en la víctima como criterio para diagnosticar la existencia de un cuadro de acoso escolar, pues el acoso, por naturaleza, no es solamente un problema de agresiones físicas, sino un cuadro mucho más complejo y con un desarrollo en el tiempo que hay que parar cuanto antes.

¿Cómo pueden evitar el acoso los profesores?

Simplemente estando atentos a algunos signos y entendiendo que este tipo de violencia es algo real, complejo pero que con seguridad está sucediendo en su entorno. No son cosas de niños. Empezando por ahí. Las peores formas de acoso escolar van a suceder cuando el profesor no está presente directamente: en los baños, los patios, los pasillos, vestuarios, salidas de clase y en el comedor. Sin embargo, siempre hay un maestro cerca que puede detectar los signos.

Observando a los niños fuera de aula y su dinámica de grupo, los niños que queden aislados, las pintadas en el baño, los cambios de comportamiento o rendimiento escolar, los rumores que lleguen a sus oídos, la forma en que se tratan, todo puede darnos señales.

Un niño que manifiesta tristeza, miedos o dolores inexplicables, que falte a las actividades o descubramos que nunca es invitado a fiestas o salidas podría tener un problema de violencia escolar.

Una señal es que el niño no quiera participar en actividades en grupos que antes sí hacía con naturalidad.

¿Cómo detectar el acoso?

—Estando atentos a los cambios en la conducta del niño: Si se muestra más irritable, violento o tiene rabietas.

—Si presenta síntomas psicosomáticos como dolores de estómago o de cabeza sin causa médica real.

—Se resiste a ir al colegio, tiene verdadero miedo acudir a su centro escolar.

—Nunca quiere hablar sobre su vida escolar.

—Tiene un bajón repentino en su rendimiento.

—No quiere ir a las excursiones.

—Han dejado de invitarlo a las fiestas de cumpleaños.

—Empieza a perder o a aparecer con sus pertenencias escolares o personales rotas.

 

Consejos para actuar frente al acoso:

—Si la situación es muy seria y la víctima está en riesgo, el niño debe saber que tiene que acudir inmediatamente a un adulto responsable. Muchos colegios tienen programas de actuación para estos casos, pero es necesario avisar cuando se conocen para que puedan ponerse en marcha. La responsabilidad es de todos.
—Enseñando a nuestros hijos que no es gracioso burlarse de otros o dañarlos, les ayudamos a tomar la actitud correcta ante los primeros síntomas.
—Eso no es chivarse, es actuar con justicia. El silencio es lo que agrava el acoso. El niño debe saber que no estará solo y que los adultos van a ayudarle y a creerlo, que puede acudir a ellos a contar lo que está pasando.
—La mayoría de los casos se resuelven si se habla pronto de ello y nuestros hijos, conscientes de que no se debe tolerar el maltrato, se convertirán ya no en cómplices activos o pasivos, ni en observadores de la violencia, sino en el apoyo que el sistema necesita para darle la vuelta al acoso escolar.
—El papel de los padres es fundamental para detectar el acoso, estando atentos a los cambios en la conducta del niño y brindándole apoyo en cuanto sufra algún tipo de acoso, nunca minimizándolo, ni diciéndole que se haga más duro ni contándole que eso siempre ha pasado.
La ayuda terapéutica es en muchos casos esencial para resolver estos casos tanto para atender a los padres que no saben cómo actuar, como para ayudar a los más pequeños que están siendo víctimas de este tipo de maltrato.

 

 

 

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